Si en la semana 42 no hay signos de que el bebé vaya a nacer, se tendrá que provocar el parto o inducirlo.
Cuando el parto se retrasa, el peligro principal es que la placenta ‘envejezca’ y que no pueda nutrir y proteger correctamente al bebé. Por ello, si en la semana 42 no se perciben signos de que el niño vaya a nacer, se debe provocar el parto.
Cómo provocar el parto
Existen diferentes sistemas de parto inducido, que se eligen dependiendo de las condiciones del cuello del útero y de la posición del bebé.
Cuando el niño tiene la cabeza bien colocada en el canal del parto y el cuello del útero está un poco dilatado, es suficiente con que el médico rompa las membranas con un instrumento de plástico para hacer salir el líquido amniótico. En el 80 por ciento de los casos, el parto comienza pocas horas después de haber realizado esta práctica.
Si el feto se presenta con la cabeza hacia abajo, pero el cuello del útero está cerrado, se recurre a una serie de fármacos. Cada ocho horas, se aplican en la vagina unos geles que contienen prostaglandinas, una sustancia que acelera la dilatación y estimula las contracciones del útero.
Si, después de romperse las membranas, el parto no se produce de forma espontánea en las cuatro o cinco horas siguientes, se puede recurrir al uso de oxitocina, una hormona que sirve para provocar las contracciones del útero, permitiendo, así, un parto regular.